Estos días se estrena una de esas películas que dada su procedencia generan cierto escepticismo al público desconocedor de su intra-historia. Alfonso Sánchez y Alberto López son dos humoristas sevillanos muy conocidos en las redes sociales. La estructura de sus trabajos es simple: unos cortometrajes de alrededor de 10 minutos en los que dos personajes charlan sobre la situación actual de la sociedad. Su magia radica en la creación de unos personajes hilarantes y unos guiones magistrales en los que predominan el humor local y la crítica más mordaz. Los compadres (sevillanos capillitas de pura cepa), y el Culebra y el Cabesa (canis: esa nueva rama de la sociedad juvenil transgresora que hace de la violencia su principal arma de persuasión) son sus personajes más reconocidos y aplaudidos. La pregunta que todos se hacen es: ¿puede hacerse un largometraje de esto? La respuesta está en los cines actualmente, e invito a todo el mundo a arriesgarse a verla, pues merece la pena.
#El Mundo es Nuestro es una película curiosa y pequeña (pequeña en duración, una hora y media, y pequeña en presupuesto). Puede enorgullecerse de ser la primera película estrenada en cines que ha sido financiada en parte por el sistema “crowdfunding” (donaciones particulares, es decir, el espectador tiene la posibilidad de invertir en un producto que le gusta), un sistema creado recientemente como alternativa a los actuales modelos de financiación. Al no ser un sistema consolidado tiene sus inconvenientes: no genera los suficientes fondos para crear un producto que compita con otros presupuestos. Esto, en este caso, se suple con pasión y fe en un gran guión humorístico que no da tregua al espectador y con una gran difusión por las redes sociales en las que este dúo se ha erigido como maestros del poder de convocatoria.
Ahora me gustaría contaros un poco de mi experiencia y aportación a esta película. El problema es que no quiero destriparos nada. De los FX visuales se ha encargado la empresa Background 3D, de la que formo parte, y nuestra aportación se ha centrado principalmente en correcciones de fallos en el rodaje: intrusión de micrófonos, reflejos no deseados o estabilizar el movimiento de cámara. Pero ha habido otros muchos auspiciados por exigencias de guión: insertar emisiones de TV en pantallas, algún que otro disparo de arma de fuego, recreación de zonas interiores vistas desde exteriores y clonación de multitudes, todos estos limitados por el presupuesto y el tiempo destinado a su ejecución. Alrededor de 160 planos con FX en apenas un mes.
¿A qué viene este pequeño resumen de datos? Pues a que el caso es perfecto para hablar de esos FX que el espectador no llega a ver y son igual o más importantes que los que inundan las salas con explosiones o seres imaginarios. En #El Mundo es Nuestro hay fallos, como en cualquier producción. Micrófonos que se cuelan o reflejos de los equipos de grabación en cristales, son fallos que, por problemas de agenda, se toma la decisión de arreglar en postproducción. Personalmente lo he vivido en mis carnes, la expresión de “se arregla en postpo...” en algunos casos es desesperante. Muchas veces, sobre todo en pequeñas producciones, no se cuenta con expertos de FX que asesoren durante el rodaje, esto genera “fallos” que podrían haber sido evitados, o el simple hecho de que un asesoramiento a tiempo simplificaría muchísimo los retoques digitales. Pero errar es humano y siempre existirán cosas que retocar, aún cuando no sean fallos.
Las series de televisión de hoy en día, sobre todo las que transcurren en la actualidad y en lugares reales, como CSI, Monk o Betty la Fea (versión norteamericana), tienen sus raciones de FX donde jamás creeríamos que hay. Hablamos de producciones con cientos de localizaciones y muchas veces se opta por grabar en los estudios y con la utilización de cromas (pantallas verdes) sustituir los fondos y de esta manera integrar a los actores en lugares reconocibles para el espectador. Mucho más barato, porque ruedas sin moverte de casa. En serio, lo de Betty la Fea es impresionante...
Y luego están los FX que vemos pero no los catalogamos como tales por la sencilla razón de que los tenemos tan asumidos por narrativa que no les prestamos atención. Me refiero, por ejemplo, a integrar emisiones de TV en la pantalla del salón del protagonista (el actor realmente mira una pantalla apagada pero por magia del cine nosotros lo vemos a él viendo su programa favorito o una invasión alien), o los disparos de armas de fuego (Bruce Willis se lo pasa pipa matando malos en la ficción en Jungla de Cristal pero sus armas son de fogueo, hoy día, además, le añadimos fuego digital a los cañones para darles “realismo”). Si el protagonista observa por la mirilla de su rifle o de la puerta de su casa, nosotros vemos lo que él ve, incluso con la deformación de lente resultante de mirar por allí... falso también.
Como vemos, en el cine actual muy pocos planos de cualquier producción audiovisual están exentos de FX. Esto en ningún caso puede ser una crítica negativa pues el retoque del fotograma en postproducción se lleva realizando desde Méliès. Hay que verlo como algo necesario, los FX que no se ven vienen a ser los acentos en la escritura y como tales hay que tenerlos en cuenta.
Escribir comentario
El Advenedizo (martes, 26 junio 2012 23:47)
Ser consciente de que Monk se rueda en estudio y no en pleno San Francisco me ha supuesto una bajona pocas veces vista...