Aún con la resaca del estreno de El Hobbit a cuestas, continuamos nuestro especial Tolkien con este post, dedicado, no ya a los antecedentes, al proceso de creación, a los efectos especiales o al fenómeno fan, sino al alma máter de nuestro blog: las continuaciones, en este caso en forma de versiones cinematográficas. Y es que la obra de Tolkien ha conocido numerosas traslaciones a otros géneros. Pasando por alto algunos de ellos, como el cómic, género por el que la obra de Tolkien ha pasado sin pena ni gloria (salvo excepciones algo polvorientas, el género más conocido de todos, y el que más tinta nos va a ocupar, es el fílmico, pero no es el único… aunque para ello tendréis que llegar hasta el final.
Todos sabéis que Peter Jackson no fue el primero en intentar adaptar al cine el universo de Tolkien, pero tampoco fue Ralph Bakshi, al que conoceréis. En realidad, fue el dúo formado por Jules Bass y Arthur Rankin, que en 1977 adaptaron en una versión para televisión de El hobbit, con un tono alegre y desenfadado, (al principio), y un diseño de personajes bastante cercano a la obra original (un enano, otro enano, otro enano…), salvo por una excepción que comentaré a continuación. El resultado es, desde el punto de vista gráfico, algo simplón. Pobres hobbits, qué feos los pintan siempre…
La excepción arriba mencionada se refiere al diseño del que sin duda es el personaje más interesante de Tolkien: Gollum/Smeagol, que aquí, seguramente por eso de que Bilbo se lo encuentra en una caverna y por su afición al pescado, es una especie de anfibio gigante, un ser más parecido a una rana que a la criatura patética y apasionante que conocemos gracias a las ilustraciones de Alan Lee. En cualquier caso, es una rareza digna de verse.
La segunda adaptación cinematográfica de la saga épica de Tolkien, que muchos conoceréis, fue un intento valiente y temerario de, por así decir, adaptar lo inadaptable, en el único formato que por aquel entonces podía soportar la riqueza de la imaginación de Tolkien: los dibujos animados. Tras un par de intentos infructuosos por parte de varios estudios de llevar al cine la historia en una sola película, fue Ralph Bakshi, conocido animador para adultos (Fritz el gato es una de sus obras más conocidas, y también tuvo algo que ver con la infausta Cool World), el valiente que se propuso, en principio, hacer dos películas. El resultado, teniendo en cuenta las circunstancias, es más que digno, y hoy puede verse con cierto disfrute. Tiene un regusto añejo, pero no está mal. La película, famosa, además, por ser la primera en utilizar rotoscopia de imagen real combinada con los dibujos animados (Drender, por favor, corrígeme y amplía esta barbaridad que estoy segura de haber cometido desde el punto de vista técnico a tus anchas en los comentarios), también tiene el honor de ser el primer trabajo cinematográfico de Tim Burton (que empezó a dibujar aquí). Otra curiosidad: John Hurt pone la voz de Aragorn. Desde mi punto de vista, tiene dos aspectos reseñables: el primero son sus innumerables gazapos: desde la confusión que se produce con algunos nombres (Sauron y Saruman son intercambiables, por visto, y éste último a veces se llama Aruman), al peculiar diseño de los personajes (en mi mente infantil, la primera vez que la vi, Aragorn era un indio americano, y Boromir el vikingo, por supuesto; de nuevo, Galadriel y Eowyn son intercambiables), pasando por el cambio de color del pelo o la ropa de algunos personajes a lo largo del metraje. El segundo aspecto reseñable es que, con todos sus errores y ese aire solemne que hoy resulta algo ridículo, algunas escenas y diseños han sido heredados, prácticamente idénticos, por las versiones de Peter Jackson: el diseño de Gollum, los caballos de agua del vado del Bruinen, los jinetes oscuros acechando a los hobbits en la comarca… O decisiones argumentales, como la eliminación de Tom Bombadil y Glorfindel de la trama (su papel en esta versión lo cumple Legolas; en la de Jackson, Arwen: pobre Glorfindel, ese elfo prescindible...), o el hecho de situar a Eomer como salvador del día en el Abismo de Helm… Con todo y con eso, su final abrupto (tras la batalla del Abismo de Helm: “y así comenzó la batalla por la Tierra Media”) es bastante insatisfactorio.
De nuevo, fueron Arthur Rankin y Ralph Bass, y no Bakshi, los responsables de este especial para televisión que se emitió en 1980, y que, en realidad, no es una secuela de la película de Bakshi, sino de El Hobbit, como demuestra que se mantenga el extraño diseño de Gollum, que se mantiene. Curiosamente, no hay continuidad entre El señor de los anillos de Bakshi y esta película, y cuando ésta empieza Frodo está ya captivo en Cirith Ungol (ea, así, de golpe, sin araña gigante ni nada).
El problema de esta adaptación no está en realidad en el diseño de personajes (que, insisto, da bastante grima), o en su corta duración, sino en el tono, excesivamente alegre a ratos para mi gusto. A ver, El retorno del reyes, como mínimo, un libro oscuro y serio, y en la película se producen saltos curiosos en este sentido. ¿El tono es erróneo, o se dirige a un público inadecuado? En cualquier caso, las canciones chirrían bastante, así como algunas decisiones argumentales. Lo de los orcos que cantan me supera…
Las adaptaciones de Peter Jackson, tanto de El Hobbit (sí, ya la hemos visto, y algo me dice que se avecina un post… o más de uno), como de El señor de los anillos (de esto sí que no vais a poder libraros) se merecen, por sí solas, comentarios aparte, por su complejidad y su amplitud. Pero, como decíamos al principio, no sólo el cine se ha nutrido de la obra de Tolkien y ésta, muy recientemente, ha conocido otras encarnaciones: audiolibros, partituras y música inspirada en ella, merchandising ilimitado, postres, calendarios, bestiarios, libros de mapas… Todo tipo de exploraciones y ampliaciones de las obras originales. Sin embargo, no me gustaría cerrar esta breve introducción a las versiones de Tolkien sin mencionar una de las más divertidas: El señor de los Anillos, el musical.
Sí, en serio, existe.
Ya, yo pensé exactamente lo mismo.
Primero: ¿a quién se le ocurrió? Y, segundo, ¿cómo condensar 1.200 páginas de libro en un musical de pocas horas (entre tres y tres horas y media, la duración media de una ópera)?
La respuesta a la primera pregunta es A. R. Rahman, Christopher Nightingale y la banda finlandesa de folk Värttinä, a los que desconocía hasta 2006, cuando el musical se estrenó en Toronto, (aunque es la versión del West End londinense la más famosa). La segunda respuesta es más sorprendente: con relativo éxito, haciendo mucho hincapié a La comunidad del anillo y muy poquito a Las dos torres y El retorno del rey. Se conservan algunos episodios fundamentales (los jinetes negros, la fiesta de cumpleaños, el concilio de Elrond, Moria, Gollum, Lothlorien…) y se eliminan otros (casi todos los personajes humanos, las batallas, de las cuales se conserva una, simbólica, las desventuras de Sam y Frodo en Mordor…). Igualmente, se potencian los personajes femeninos (Arwen, que ejerce casi de narradora, y Galadriel, que pierde su sutileza y se convierte en una especie de hechicera benéfica; curiosamente, el único personaje femenino de Tolkien que vale la pena, Eowyn, está completamente ausente). Sin haberlo visto entero, me resulta imposible hacer una valoración realista de la obra. Sin embargo, y a pesar de todos los prejuicios que pueda despertar, hay algo que se debe reconocer a esta producción: la música tiene un aire innegablemente Tolkieniano.
Hay mucho que contar sobre las adaptaciones de Tolkien al cine y a otros géneros, tanto que las versiones cinematográficas de Peter Jackson (¡las mejores!) tendrán que esperar. Pero llegarán, sin duda, en próximas entregas de este especial. Las que hemos analizado aquí difieren en su aspecto (más o menos infantil, épico o solemne), en su grado de fidelidad a las obras originales y en su universalidad y capacidad para apelar al gran público (sin entrar en si esto es o no necesario). Pero todas comparten algo: su amor por la fuente original, por su esencia, que se resume en la que, sin duda, es la mejor canción del musical. En serio, sin prejuicios. Escuchadla.
Continuará...
Cpt. Flint Baker
cpt.flint.baker@gmail.com
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Montroy (jueves, 20 diciembre 2012 12:55)
Coincido con la autora en que Eowyn es el personaje femenino mas interesante del Señor de los Anillos. Sin embargo, me asalta una duda ¿el alto protagonismo que tenía en la pelicula se corresponde igualmente en el libro?
El Advenedizo (viernes, 21 diciembre 2012 12:04)
Yo tengo una pregunta para el Capitán Baker: ¿te atreves a ordenarlas de mejor a peor incluyendo las tres de Jackson y la primera de El Hobbit? ¿Qué director te ha faltado porque cogiese el toro por los cuernos. Aparte de Guillermo del Toro, quiero decir. Porque estas pelis están pidiendo el test de Terry Gilliam.
El Advenedizo (martes, 25 diciembre 2012 23:56)
Flipad. La primera adaptación en imagen real de El Hobbit:
http://www.youtube.com/watch?v=6m0l3Yr1B50&feature=player_embedded#
Soviética.
Almu (miércoles, 26 diciembre 2012 17:23)
Cuando he leído lo del musical he pensado inmediatamente en Wagner. Vale que habría sido superplasta (como con su propio "anillo"), pero... ¿y lo que habría molao?