Es una verdad universalmente reconocida que Orgullo y Prejuicio, la mejor novela de las seis obras completas que escribió Jane Austen, ha cumplido a finales de enero de 2013 200 años desde su publicación, que se produjo en 1813 con el título “Orgullo y Prejuicio. Una novela del autor (sic) de Sentido y Sensibilidad”.
En otra ocasión probablemente escribiría un análisis de la ideología de género que subyace a la obra (y, por extensión, a todas las de la autora), los roles femeninos y masculinos que funcionan en el argumento, el retrato que Austen hace del mercado matrimonial y su aguda descripción de un microcosmos muy particular, la sociedad georgiana, y concretamente la clase media-alta georgiana británica. O tal vez hablaría de Austen como escritora, de su trayectoria vital (casi desconocida en lo personal, mal que nos pese a muchas), sus obras inacabadas, su particular visión de su profesión, que no era tal. ¡Pero estamos de fiesta! Es un cumpleaños. Así que, en lugar de todo eso, voy simplemente a celebrar mi novela favorita de Jane Austen, que dos siglos después sigue siendo la más conocida, la más divertida y desde mi punto de vista la mejor.
¿Por qué es OyP generalmente considerada la novela más perfecta de Jane Austen? Su estructura es similar a la de las anteriores, pero en este caso está más perfeccionada que en Sentido y Sensibilidad, por ejemplo: nos encontramos en un universo femenino, en el que la única realización posible para la mujer (si la hay; finalmente, adentrarse aunque sea de puntillas en el discurso de género es inevitable) es a través del matrimonio: con quién me puedo casar en base a la renta de mi padre (y más me vale hacerlo antes de los treinta para que no tengan que cargar conmigo), con quién no me puedo casar, en qué circunstancias, dónde voy a vivir, dónde vivirán mis hermanas, con quién se casarán ellas… Así pues, como comentaba, la estructura es siempre la misma: protagonista femenina de situación económica determinada (clase media-baja como las Bennet y las Dashwood, baja pero residente con los primos ricos, como Fanny Price, alta, como Emma Wodehouse…), que se encuentra disponible en el mercado matrimonial. Se produce un encuentro con un potencial marido, marcado por las dificultades iniciales (un compromiso previo, por supuesto de él, una mala reputación, equívocos...), aparece un personaje que resulta muy atractivo, pero resulta tener una más que dudosa moral, la protagonista sufre un par de reveses y aprende un par de lecciones, y el final feliz, encarnado sin excepción en la figura del matrimonio, finalmente llega. No se trata de una crítica, sino de un hecho, que las novelas de Jane Austen responden a un esquema muy claro. Pero su calidad está por encima de esa repetición, por su exquisito uso del lenguaje, por su mordacidad y por sus insuperables retratos de personajes.
Además, OyP es más fácil de leer y divertida, por ejemplo, que Persuasión, bastante más amarga; más asequible que La abadía de Northanger, que por tratarse de la parodia de un género concreto (la novela gótica del XVIII) está algo más alejada de los lectores actuales; y su protagonista es bastante más agradable, por ejemplo, que Emma Wodehouse, que resulta a veces bastante repelente…
Pero es en los retratos de personajes, como decía más arriba, donde reside el mayor encanto de OyP: esa familia Bennet cargada de hijas, cada una más real y definida que la anterior, con la insoportable madre y el desesperado (e irresponsable) padre de familia; ese reverendo Collins, tan ridículo y reconocible; y ese Mr. Darcy, el protagonista masculino de Jane Austen por antonomasia, el más taciturno, orgulloso, inalcanzable, inteligente y romántico héroe de Austen.
Así pues, celebremos, y hagámoslo a través de Lizzy Bennet y Mr. Darcy, y, como no podría ser de otra manera, sus numerosas encarnaciones en la pantalla a través de los años. Existe una escena, un momento en particular en OyP, que define la relación que se establece entre estos personajes, la base equívoca de su romance, el tratamiento que Austen hace del amor romántico y la descripción de su sociedad inmediata: el baile de Netherfield. Se trata del momento en que Lizzy y Darcy confrontan sus posiciones (acerca del tercero en discordia, ese personaje de dudosa moral que Austen describe en todas sus obras, al que yo llamo El Cazafortunas y que en este caso se llama George Wickham) y comienza a cambiar su relación. Es el momento que todos los lectores de OyP esperan con ansia en cualquier adaptación (ése y el de la declaración, claro…). De la decena de adaptaciones de OyP al audiovisual que existen, dos conozco especialmente.
Una de ellas es la más reciente y está protagonizada por Keira Knightley y Mathew McFayden, ambos buenos actores que tienen las edades adecuadas y, sin embargo, carecen del carisma de sus predecesores inmediatos, de los que ahora hablaré… Esta versión es buena, pero no ofrece casi nada nuevo. Es más, se esfuerza tanto por acercar al gran público el mundo de Austen que peca de simple, y pierde en gran medida una de las mayores virtudes de la autora: su uso del lenguaje. En ese sentido, Lizzy y Darcy no hablan como Lizzy y Darcy, sino como sus versiones de principios del siglo XX, un poco demasiado marisabidilla ella y apático él… Podéis verlos en el baile.
Esta versión hace explícito lo implícito de manera a veces elegante (la ausencia de otros bailarines) y a veces burda (la ironía nada fina de Lizzy…), pero no está mal. No del todo. Pero hay otra versión mejor, mucho mejor, tal vez porque sus seis horas de duración (creo recordar) la convierten en una versión casi literal de la novela que, sinceramente, es lo que los lectores (y, sobre todo, las lectoras) queremos en realidad. Hablo, por supuesto, de la adaptación de 1995 de la BBC (hubo una anterior en los años 60), que protagonizó Jennifer Ehle (recientemente vista en Zero dark thirty, la actriz originalmente destinada a encarnar a Catelyn Tully) y que convirtió en un galán romántico al hierático (y perfecto Mr. Darcy) Colin Firth.
Para cualquier fan de la novela que se precie, ellos son los personajes. Aquí os dejo la misma escena tal y como se retrata, de manera más fiel a la obra, por literal, en la serie. Resulta importante el asunto del baile porque, en ese mercado matrimonial antes descrito, el baile es la única oportunidad de socialización, el mejor escaparate, por así decir. Atentos a la música (una pieza real de la época), al nada sutil plano de las manos y, si queréis echar unas risas, a los demás bailarines. No tienen desperdicio.
El uso del lenguaje, en este caso, es perfecto, absolutamente fiel a la época. Ay que ver estos ingleses, que con un exceedingly y un indeed bien remarcados te están insultando, eso sí, con más clase que nadie…
La relevancia de OyP en la obra de su autora es tal que, incluso las veces en que se ha intentado adaptar, con éxito moderado, la vida de Jane Austen al cine, es esta novela y no otras la que se ha utilizado como base. Así, en la película Becoming Jane, protagonizada por la recién escarizada Anne Hathaway, se reconstruye de manera bastante ficcionalizada la juventud de la autora reescribiendo su vida según los parámetros de OyP. Mr. Darcy y Wickham se funden en el protagonista masculino, el posteriormente jurista James McAvoy-Tom Lefroy (que nadie sabe, en realidad, qué clase de relación mantuvo con la autora), se muestra la tierna relación de Jane con su hermana mayor Cassandra (la Jane Bennet de la novela), y ahí están también la madre, el padre, la terrible lady Catherine de Bourgh (o su equivalente “real”, interpretado por Maggie Smith). A su vez, Jane es Lizzy, pero también es Lydia, o una versión suavizada de Lydia Bennet, pues para condensar y acercar la obra de la autora al público y para hacerla reconocible se atribuyen a Jane Austen y a sus familiares cercanos todas las acciones más conocidas de sus personajes, incluyendo esa fuga, en el caso de la Jane ficticia frustrada. Y, por supuesto, está presente el baile, en el que cristaliza la relación romántica de la protagonista. Atentas, lectoras, al minuto 1:10.
La importancia de OyP en la adaptación de la vida de la autora queda remarcada por la escena final, en la que una Jane Austen envejecida (para los parámetros de la época: debía rondar los treinta y muchos) ante una audiencia muy especial un fragmento de su obra. Lee, por supuesto, de OyP.
Termino con una breve referencia a las adaptaciones más curiosas que se han hecho de la obra al cine, que son aquellas en las que se ha intentado actualizar, con mayor o menor éxito, el discurso. El problema de intentar llevar a Jane Austen a la época actual es que el mercado del matrimonio georgiano, con esos rígidos patrones de conducta, ya no existe tal cual en nuestro entorno más cercano, y muchas de las implicaciones de la obra (y las motivaciones de las protagonistas, que no sólo quieren casarse sino que lo necesitan) se pierden. Por eso, donde mejor funciona es en contextos muy concretos. Es el caso de la, llamémosla peculiar Bodas y prejuicios, versión Bollywood de la novela que llevó a cabo Gurinder Chadha (directora de la más comercial Quiero ser como Beckham), que lleva a las hermanas Bennet a la India. No deja de tener gracia, aunque es bastante poco sutil en muchos aspectos. Como toda versión de OyP que se precie, tiene su escena del baile, aunque en este caso es el primero, en el que los protagonistas se conocen. Por favor, no os perdáis la adaptación de este rito de socialización al universo Bollywood. Y atentos al actor que interpreta al equivalente hindú de Bingley. A ver si os suena de algo…
Para intentarlo en otro contexto más o menos adecuado, en 2003 se adaptó la novela al cine llevándola a la Utah actual, con el título de Pride and Prejudice, a alter-day comedy, haciendo referencia directa a la Iglesia de los Santos de los Últimos Días. No la he visto, aunque viendo el trailer no acabo de estar muy convencida.
Existen versiones más extrañas, (creo que hay una que sitúa la historia en Galilea) y ya os hablé en una ocasión de su flirteo con los zombies… Pero sin duda la adaptación actualizada más conocida y exitosa es El diario de Bridget Jones, que incluso tiene a un protagonista masculino llamado Mark Darcy, calcado del original austeniano, que, encima, en la versión cinematográfica del libro interpreta, por supuesto, Colin Firth (de hecho, en el libro se hace referencia directa al visionado de la versión de la BBC por parte de la protagonista). Aquí os dejo lo que sería el equivalente de la escena del baile según Bridget Jones.
Ah, no. En realidad en Bridget la escena del baile está casi al principio, está muy condensada y cumple una función distinta. Lo que acabáis de ver es, ni más ni menos, que la declaración de Mr. Darcy, que aquí os dejo en la versión de la BBC, calcadita del libro. Disfrutad.
Por supuesto, no puedo concluir un comentario de las adaptaciones de Orgullo y Prejuicio a la pantalla sin hacer referencia a esa escena tan comentada de la versión de la BBC, esa que Jane Austen no escribió jamás (la escribió, pero sin tantos detalles y, desde luego, sin nadie quitándose la ropa), pero que seguro que pensó. Aquí está. Lo estabais deseando. Además, como decía, esto es una celebración. ¡Felicidades, Orgullo y Prejuicio! Venga, ahora sí, disfrutad. La escena del lago…
Continuará…
Cpt. Flint Baker
cpt.flint.baker@gmail.com
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El Advenedizo (miércoles, 06 marzo 2013 09:18)
De Bollywood me encanta el concepto de que en la India, si te gusta una tía, no te complicas tanto como aquí. Simplemente llamas a todos tus amigos y le demuestras tus dotas para la canción melódica y la coreografía. Claro que debe ser un marrón si tienes muchos colegas, cada vez que uno ligue, tener que salir corriendo y conjuntándote la ropa, llevándole además al que le toque una camisa de color distinto para que destaque si la muchacha está en alto. Por cierto, Sayid es un lamentable que entra tarde en todos los pasos, menos mal que la muchacha ha claudicado a su encanto pakistaní nada más verlo y le da igual. Y más que él como fandom cruzado, mola que a su hermana mala-malísima la interpreta Indira Varma, que fue Niobe en 'Roma' y Suzie Costello en 'Torchwood'.
Que también es interesante pensar que 'El Diario de Bridget Jones' y derivados o las pelis de Bollywood son falso feminismo como lo puedan ser las novelas de Austen en su momento, historias donde supuestamente se da la voz y el protagonismo a los personajes femeninos, que toman las riendas de su destino y tal... para realizarse en la vida en función de parámetros completamente machistas y patriarcales.
Claro que lo que mejor calcan los hindúes es a la madre, que aquí sería una marujona tipo Aída. Las películas más 'feministas' recientes, que se revelan contra el mito del Señor Darcy, convierten a la madre machista en villana: 'Las mujeres de verdad tienen curvas' o 'Brave'. Por cierto que al final la tragedia que acompaña a Darcy es esa: el tío es superior a ti y te desprecia porque te quiere, así que lo domestica para que te desprecia lo suficiente y tú te acabes convirtiendo en la madre machista y gestionando el patriarcado a través de él. ¡Darcy es Grey!
En fin, que me ha molao.
PD: Y lo mejor que tenía Jennifer Ehle para el papel, aparte de la dicción, es que era atractiva sin ser guapa ni una delicada florecilla, como la Knightley -aunque nadie se traga que sea tan delicada desde hace tiempo ya- o Hathaway. Como se supone que era Lizzy.
Lola (martes, 12 marzo 2013 12:52)
Y (la Ehle) tenía esas mejillas sonrojadas (por el "ejercicio") que tanto ponían al estirado Mr Darcy...
Hyo Severino (martes, 31 enero 2017 09:42)
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